Antes de entrar a la clínica no le encontraba sentido a la vida, intente suicidarme tres veces ninguna logre lo que quería, me hice adicta a las pastillas y al alcohol todo era para no sentirme triste, ni recordar todo lo malo de mi infancia, creía que tenía un control con las pastillas y que solo las tomaría cuando estuviera mal, pero en realidad no era así, empecé a consumirlas diario porque tenía sensaciones agradables, después empecé a probar otras drogas como la cocaína y la mariguana, me gustaba mucho el efecto porque me sentía a toda madre, lo malo era cuando se pasaba me sentía muy mal y triste de aquí venían pensamientos de no querer vivir, así paso durante 2 años, hasta que tuve el último intento de suicidio, me dio una sobredosis y termine inconsciente y en un hospital. Al despertar tenía unas mangueras en mi nariz y una bolsa llena de líquido, yo no entendía nada solo quería dejar de sentir dolor, tristeza y olvidarme de los problemas.
Pedí ayuda a mis papás porque sabía que ya no podía con eso y que en realidad estaba muy mal, buscaron clínicas en donde me pudieran ayudar, fue entonces cuando llegue aquí. Al principio creí que no me serviría de mucho y seguía pensando en morir. Pasaron los días en la clínica y empezaba a sentir el cambio, muchas veces fue muy fuerte para mí porque en terapia recordaba cosas que no me gustaban y era muy doloroso, pero tenía que trabajar con eso, todo esto me ayudó muchísimo, aprendí a tener más control conmigo.
Hoy termino mi tiempo en la clínica y todo es muy diferente, aprecio mi vida a mi familia y veo todo esto como una oportunidad más para hacer las cosas bien, sin consumir, sin hacerme daño, yo decidí mi cambio y la clínica hizo todo lo posible por sacarme adelante, estoy muy agradecida.

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