
Una visión diferente acerca de la Adicciones
“Las ansias de beber alcohol son el equivalente… a la sed espiritual que siente nuestro ser por la totalidad…“
– Carl Jung
Estaba hablando con un hombre que llevaba luchando con su adicción al alcohol toda la vida. Cualquier esfuerzo que había hecho – espiritual, psicológico – había ayudado por un tiempo y después había fracasado de nuevo. Le ofrecí una perspectiva un poco diferente que pareció resonar con él.
Estábamos charlando acerca de cómo, en esencia, la adicción es una búsqueda de amor. La adicción es una búsqueda espiritual – esa búsqueda de la que siempre he hablado – en una forma sumamente concentrada.
Todos somos adictos, en el sentido de que todos buscamos amor (Dios, aceptación, el sabor de la vida misma) en todos los sitios en donde nunca está – a través del éxito, la fama, la riqueza, el poder, incluso a través de la iluminación. Buscamos amor fuera de nosotros, ignorando el amor que ya somos. Buscamos nuestra completud en el futuro, a través de objetos, sustancias, gente. Buscamos amor en el fondo de una copa de vino, en un estado de cuenta bancario, en los ojos de nuestro gurú. Pero la clase de amor que realmente anhelamos no puede ser hallado en el tiempo ni en el espacio. O consideramos la adicción como una enfermedad, o como una enorme invitación para descubrir quiénes somos realmente, para descubrir el amor que siempre hemos estado buscando. Estábamos explorando juntos cómo se manifiesta esta adicción en su experiencia de vida. ¿Cómo sentía esta “ansiedad por beber”? ¿Cuándo era que surgía la urgencia de beber y qué era lo que él hacía con todo esto? Me comentó cómo en diversas ocasiones durante el día, sentía una extraña sensación en su pecho, muy difícil de describir – como un vacío, una especie de sentimiento fragmentado, como la ausencia de algo. Algunas veces simplemente surgía de la nada. Sentía como si algo hiciera falta. Y se veía automáticamente yendo por una botella de vodka, y parecía que el malestar desaparecía, aunque fuera temporalmente.
¿Acaso el vodka era lo que realmente “faltaba” en su experiencia presente?
Lo invité, a modo de experimento, a QUEDARSE con la sensación de vacío en su pecho, que realmente la sintiera, que soltara cualquier etiqueta o juicio acerca de todo eso, que la contemplara como una expresión válida de la vida en ese preciso momento. Tal vez eso no tenía el significado que él había creído.
Cuando se quedó quieto con esa energía, sintiendo exactamente lo había allí, se recordó siendo niño, sintiéndose solo, aislado y abandonado, y esa energía en su pecho sintiéndose como… ¡sí!… el anhelo por algo que no podía describir. El anhelo de… amor.
Bueno, por supuesto, así era. No se trataba del deseo de beber vodka, para nada, se trataba de un anhelo malinterpretado, malentendido, el anhelo de recibir atención, aceptación, amor. Esta era la misma energía que él había sentido de pequeño y de la cual había intentado, de diferentes maneras, escapar, negar, ignorar, eliminar, aniquilar todo lo que tuviera que ver con ella.
Primero lo hizo a través del trabajo, después, a través de la espiritualidad y ahora a través del alcohol, como último recurso. Su mente había sido infinitamente creativa. Esta energía jamás había sido vista de frente. Se había convertido en tabú. Se había ocultado en la oscuridad. Se trataba de un niño perdido de la consciencia.
Él había olvidado lo que realmente era. No era una “persona” separada, no era un “adicto”, sino el inmenso e ilimitado océano del Ser, en donde hasta esta pequeña ola estaba permitida. Esta energía no era la falta de vodka, era el anhelo de amor hecho manifiesto. Y jamás había sido reconocida completamente. ¡Él estaba tan ocupado buscando amor (dinero, iluminación, vodka) fuera de sí mismo, que había pasado por alto su verdadero anhelo! El pequeño niño solitario jamás había sido tomado en cuenta, validado, amado. ¿Quién acogería realmente a este niño solo? ¿Tendría que esperar toda su vida un amor que jamás llegaría? ¿Tendría que esperar encontrar algún padre cósmico? ¿Un segundo vientre materno? ¿Podría el vodka entregar ese amor al niño? Por supuesto que no. El vodka no tiene absolutamente ningún poder. Era tan sólo un emperador sin vestimenta. Era el Mago de Oz, desenmascarado. El amor que él buscaba era el profundo abrazo a este niño solitario, exactamente como era, y no su aniquilación. Anhelaba aceptación, no genocidio. En otras palabras, él siempre había estado esperando la profunda aceptación de esa extraña e incómoda energía en su pecho. Ahora era un muy buen momento para empezar a darse a sí mismo lo que siempre había anhelado.Lo invité a quedarse y quedarse y quedarse con esa energía y yo me quedé con él ahí. Nos sentamos juntos con su pequeño niño no amado, ofreciendo paz, calidez y atención a un aspecto de la experiencia anteriormente negado, desatendido. Esto era algo que el vodka nunca pudo darle y nunca podría hacerlo. Huir de esta energía y salir corriendo por un vodka nunca resolvió realmente el problema. Él simplemente no había aprendido nunca a cómo quedarse quieto. Cómo permanecer consigo mismo. Cómo reunirse con la vida, sin miedo. Empezamos de nuevo.
Al enfrentar la energía antes ignorada, con atención y presencia, la luz impregnó la oscuridad, por así decirlo. Y comprobamos que nunca había habido ninguna oscuridad desde un principio. Esta energía no era falta de amor. No se trataba de una energía mala, no era el diablo, no era tampoco un “mal” aspecto de la experiencia, no era la ausencia de vida. Era la invitación a amar aquello que nunca antes había sido amado. Era un llamado a recordar lo que él era realmente – el inmenso e ilimitado océano de conciencia, ya completo, jamás necesitado de algo que viniera a completarlo. Entonces, ese sentido de “carencia” fue tragado por el amor aquí, dándonos cuenta de que ni siquiera se trataba de una carencia.
Con el sólo hecho de estar con este hombre, exactamente como estaba, tomando su mano mientras confrontaba su profundo sentido de carencia, con esa fragmentación primaria que constituye la raíz de todo el sufrimiento humano, yo estaba comunicándole algo más allá de las palabras – que él estaba perfectamente bien, tal y como estaba en ese momento. Que estaba a salvo en un lugar donde jamás se había sentido bien. Que estaba a salvo en ese indescriptible, privado e incluso vergonzoso lugar. Que él era digno de amor, incluso sin la ayuda del vodka. ¡Qué revelación! Su experiencia presente podía ser exactamente como era. La cruda sensación de la vida. Pensamientos emergiendo diciéndole, exigiéndole, obligándole a beber para encontrar el amor (la mentira original). La imagen a todo color del feliz bebedor, ahogando sus penas en el vodka… ¡Anda, sólo un trago! ¡Es tan tentador! ¡Sólo un sorbo y estarás en el cielo!… También esos pensamientos estaban siendo admitidos ahí. Todos ellos eran sólo imágenes. Imágenes y sensaciones. Y lo que él era, era realmente suficiente para admitir todo eso. El sueño del vodka era sólo una pequeña ola dentro de su propia inmensidad. El vodka no podría mejorar ni un ápice su experiencia presente. No podría brindarle más VIDA. No es mágico, ni tiene maná. Que decepción. Y también, ¡qué libertad!
Aquí llegamos a desconfiar del mecanismo de búsqueda, ya que no puede entregarnos aquello que promete: amor. Hemos llegado a comprender que el amor que buscamos siempre ha estado aquí.
La Adicción. Siempre se trató acerca del amor. No tanto desde el punto de vista científico, lo sé. Pero desde el punto de vista de la experiencia, hace perfecto sentido.
Por supuesto que este hombre puede beber nuevamente (que por cierto, no lo ha hecho). El mecanismo de búsqueda no se desarticula de la noche a la mañana. Se trata de una investigación permanente. Se trata de una invitación constante a enfrentar esa energía cada vez que surja. Mantenerse presente con ella. Amar a ese hijo rechazado, por así decirlo – reunirse con él, sabiendo que son uno y lo mismo. El propósito no es “dejar de beber” – eso detonaría un nuevo juego de búsqueda, una nueva batalla. El propósito es descubrir la verdad de este momento. Y de este momento.
Sin duda, a menos de que lleguemos justo a la raíz de todas nuestras adicciones, y empecemos a reflejar el amor de la conciencia misma hacia esos lugares no amados, nuestras adicciones cambiarán de un objeto, una sustancia, o una persona, hacia otra. Dejamos de beber, empezamos a comer. Paramos de comer, empezamos a comprar. Dejamos de comprar, empezamos a apostar. Renunciamos a apostar, comenzamos a revisar nuestros mensajes de texto cincuenta veces al día. Todo es una búsqueda de amor, como los grandes místicos y maestros a través de las generaciones nos han recordado. Este es un mensaje muy antiguo, atemporal.
La adicción no es algo que tenga que ser “curado”. No es una enfermedad, sino una búsqueda equivocada de amor. El “adicto” en cada uno de nosotros no está ahí para ser curado o manipulado, por supuesto tampoco castigado. Esta ahí para ser acompañado a descubrir y resolver su vacío.
¿Te podemos ayudar ?
IRAPUATO:
Calle Francisco Sarabia #1462, Prolongación la Moderna
Tel.: (462) 135 03 15
Email: equilibrium.saludemocional@gmail.com
CELAYA:
Av. Paseo de Guanajuato #611, Jardines 2da. sección
Tel: (461) 688 44 49
Email: equilibrium.celaya@gmail.com
Leave a Reply